Joaquina - Cuando la palabra evitable no existe
Joaquina
Cuando la palabra evitable no existe.
Sus doce Diciembres inquietos y llenos de rulos hicieron de Joaquina una persona libre de
ataduras, aunque tuviera rutinas como ir a la escuela todas las tardes, pero no iría nunca con la
misma ropa, siempre desayunaba chocolatada con galletitas, las mismas las disponía en la
mesa en el orden en que ese día serian desayunadas. Veía divertido pelear a sus hermanos
mayores, donde Ella podía Ser la intermediaria y de paso ganar algo por el trabajo realizado.
Sus padres tenían que poner toda su energía en atender a los hermanos mayores que siempre
peleaban por algo. Ella hacía todo bien, y lo que no hacía bien no había manera de poder
corregirlo, aconsejarla o cuidarla. Y cuando algo la hacia llorar, su madre siempre le decía
“Hijita querida acá estoy” Y Ella recibía el bálsamo de amor mas grande del mundo capaz de
curarle cualquier herida. Solo eso necesitaba, mas que comer o dormir. Siempre terminaba
haciendo lo que quería. La creían afortunada por esto, pero no llegaban a ver que esas
situaciones en la vida de JoKi eran pequeñas, para Ella una decisión importante era lo que
vendría desde sus 12 Diciembres en este mundo.
Un domingo es un día tranquilo hoy especialmente es mas tranquilo con lo cual JoKi se pone
mas nerviosa y está atenta a todo, se mantiene cerca de su madre con la escusa de ayudarla en
todo lo que necesite.
Al sonar el teléfono Ella corre a atenderlo, el corazón se agita un poco por la carrera y otro
poco por lo mismo que un día muy tranquilo significa para Ella.
Le preguntan por su madre dice: “Si ” y antes de poder decir “ya te paso”,
responden: Soy la doctora Di Stéfano Jefe de Residentes de Terapia Intensiva del Hospital
Italiano de Buenos Aires, disculpe que le hable un domingo pero quisiera hablar con usted
urgente sobre el diagnóstico de su marido, solo atinó a decir “Si ya Voy”, pensando en llamar a
su madre, y la doctora entendiendo que se llegaría al hospital. Corrió a su madre, algo dentro
de Ella le decía “JoKi subiremos un escalón mas en tu vida”.
La miró a su madre y le dijo tan fresca como si supiera, “Tenes que ir al hospital urgente” La
madre ante la certeza y firmeza de su hija no podía ni reprenderla, ni cuestionarla, ni simular
que no era urgente, y como si fuera un niño con capacidades de ver el futuro, o como siempre
simplemente JoKi se manejaba fuera de las reglas, se abrazaron, JoKi soltó una lágrima y la
madre le dijo “Hijita Querida aquí estoy”. Hablar de la muerte tan pronto parecía que era un
tema para Ella, no para los hermanos. Desde ahora ayudar a la madre no sería una escusa, sino
una rutina mas.
Al año siguiente JoKi cambia de escuela por problemas económico familiares, la nueva escuela
era pública, la que le tocaba según la zona donde vivía. En esta escuela se recibían a los chicos
que expulsaban de otras escuelas, la mayoría eran repetidores con lo cual eran mayores que
Ella, Ellos hablaban temas que en la escuela anterior no hablaban. Trabajaban, tenían parejas,
ayudaban en la casa, algunas hablaban de sexo como antes se hablaba de cantantes Pop.
Estaba mas acorde a su conducta responsable estos nuevos amigos que los de su edad.
A sus 16 diciembres y una vida completa de responsabilidades Joaquina olvidó completamente
a JoKi, sus roles mas parecidos al de ser madre que hija, su madre tenía muy pocos momentos
para darle un gesto de amor, una sonrisa, una caricia que le dijera “hijita querida acá estoy”.
Esta vez cuando el ultimo domingo de primavera llegaba y amanecía lento y tranquilo,
Joaquina respiró profundo y dijo al cielo casi gritando, ¿y ahora que?. Esperaba nuevamente
sonar el teléfono o alguien que tocara a su puerta, se puso a ordenar, a levantar a sus
hermanos, hacerles el desayuno, comenzó a gritarles que Ellos tenían que empezar a ser
responsables de sus cosas, que Ella no era la madre, quería que cuando vuelva la madre todo
esté en orden , y el teléfono sonó igual que aquel día de verano de sus 12 diciembres. Pero
esta vez no era del hospital, era de bomberos, por un accidente de la ruta. Tendría que
reconocer a su madre. Sus hermanos quedaron solos en casa. Ella fue con el corazón partido,
esperando volver a escucharla “Hijita Querida” …
Eso no ocurrió, nunca mas.
Luego de 4 veranos mas, donde hacía de Mamá y Papá de sus hermanos, y logrando mejor que
sus propios padres que Ellos dejen de pelear, se unan y la ayuden con la casa, respira un poco
mas tranquila de que podrían salir adelante. Uno de sus hermanos gana una beca para
estudiar Física en Suiza, el otro deja embarazada a su novia, pero se hace cargo y decide vivir
con Ella. Joaquina siente el explosivo impacto de la soledad luego de tantos años de ruidos,
tormentas, fiestas, gritos, sonidos de todos los colores. Así disfruto y lloró 5 veranos mas,
ayudando en el hospital a acompañar a niños enfermos, o ancianos solos que solo podían
esperar partir.
En el cielo ve por primera vez las nubes como algo hermoso que hacía muchos años no podía
ver, en las nubes el rostro de su madre y su padre. Luego sintió un golpe muy fuerte en sus
piernas y al caer al piso, sin entender que estaba pasando escucha un motor de automóvil
encima de su cabeza. El amor que sintió mirando las nubes fue tan fuerte que no podía
registrar lo que pasaba con su cuerpo. Esta vez el teléfono sonó cuando Ella no estaba en casa.
El mismo hombre que la atropella se encarga de llevarla al hospital, se quedó con Ella mientras
estaba en coma, escuchó sus sueños, la curó, se hizo responsable de Ella. El tomaba su mano,
entre sus manos, su mano izquierda sostenía la mano derecha de Ella y El con la mano derecha
la acariciaba, Ella soñaba con su Padre y su madre, El aprendió a decirle “JoKi querida aquí
Estoy”. Ella no lograba salir del éxtasis de ver a sus padres en las nubes.
Agotada de responsabilidades, el hospital le sirvió para frenar su vida, para replantearse como
quería vivir o morir.
Pasaron muchos días y noches, El con la esperanza de verle los ojos, Ella con que esa mano
caliente siga estando toda la vida, si decidía volver a abrir los ojos. No quería dejar de ver a sus
Padres. Quería que todo haya sido un sueño y volver a ser JoKi, con Papá y Mamá.
Esa mano caliente la traía a la tierra, Ella quería todo, esas caras y esa mano.
Un domingo de fin de primavera a la mañana, suspiró y tomó la decisión, de comenzar a
escribir una nueva historia en su vida, con el calor de la mano del corazón.
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